Gabriela Trojkovich vive en Buenos Aires. Hace tiempo se enteró de que sus padres, ya fallecidos, nunca le habían contado la verdad de su origen. La historia detrás de ese ocultamiento es tan conmocionante como la necesidad de encontrar a su verdadera madre, quien también habría vivido más de medio siglo engañada.
Hasta los 50 años, era Gabriela Trojkovich. La sensación de no pertenecer, esa sospecha vaga en la mente, no alcanzaba para plantearse seriamente la posibilidad de que fuera así. De que ella, en realidad, no era Trojkovich. Pero la muerte de sus padres fue entonces el detonante de la verdad.
Fue una tía la que, después de medio siglo, le confesó que su origen era otro. Gabriela era adoptada y se iniciaba así la segunda etapa de su vida, que estaría plagada de dudas, misterios e incesantes intentos de averiguar cuál es su identidad.
En otra época, mujeres y hombres como ella hubieran recurrido a la producción de un programa de televisión que se dedicaba a buscar gente. Sin embargo, en el siglo XXI hizo lo que hubiera hecho cualquiera: ir a las redes sociales. “Buen día yo busco a mi madre biológica que dio a luz el 18 de julio de 1967 con una partera clandestina en un edificio detrás del Congreso de CABA“, publicó en Facebook.
Y al texto le agregó: “El único dato que tengo es que era una familia de alemanes que residían en Mar del Plata y que a mi madre biológica le dijeron que había muerto al nacer. Sería bueno encontrarnos por un abrazo que nos debemos y que la vida se encargue del resto. Ya que son pocos los datos y no tengo apellidos dónde buscar apelo a la historia de lo que sé. Adjunto algunas fotos mías por ahí vean parecido o algo llame la atención y encuentre el abrazo que busco hace algunos años. No hace mucho lo descubrí”.
Con el paso de los días, algunas personas fueron comunicándose con Gabriela, y la historia llegó a los medios. Y fue así que se conoció públicamente.
“Mi tía (hermana del padre adoptivo) me contó que mi mamá biológica quedó embarazada a los 15 años. Era parte de una familia de origen alemán y de buena posición, por lo que, para no escandalizar a la sociedad, como pasaba con muchas chicas en esa época, decidieron obligarla a mudarse a Buenos Aires. A los amigos y conocidos les dijeron que se iban a Europa por un tiempo, y en realidad todo fue para ocultar el embarazo. Cuando yo nací, en un edificio de Avenida Rivadavia 2046, me dieron en adopción a y mi verdadera madre le dijeron que yo había nacido muerta”, reveló a LA CAPITAL.
El relato de la anciana, sumado a las dudas de pertenencia y adaptación que había sentido toda su vida, hizo que Gabriela se decidiera a hacerse un exámen de ADN. El resultado confirmó que, efectivamente, había sido adoptada.
Acto seguido, la mujer se abocó a rastrear su partida de nacimiento y a hacer números: si su madre había quedado embarazada de ella a los 15 años, a fines de 1966, hoy tranquilamente puede seguir viva. “Estamos hablando de alguien de 70 años, por eso tengo la esperanza de encontrarla”, señaló en diálogo con este medio.
Gabriela Trojkovich.
Durante su búsqueda, Gabriela supo que la partera que había presenciado su nacimiento se llamaba Victoria Casas y en aquella época vivía en Mar del Plata. “Según pude averiguar, la trajeron a Buenos Aires desde allá, porque ella se dedicaba a este tipo de cosas: es más, me dijeron que después estuvo presa por un aborto. Me contactó un hombre que también es adoptado y en su partida figura el nombre de la misma partera”, especificó.
En ese marco, su contacto le dio más información al respecto: le dijo que Casas era sorda y que, por eso llevaba un ordenamiento obsesivo de su documentación. Además, le contó que según su propia investigación, la misma mujer se había apropiado en esa misma década del ´60 de una niña a la que había llamado Elizabeth.
Ahora, la esperanza de ambos es que ella aparezca. La sospecha es que tiene más o menos su edad y, como su familia biológica, vive en Mar del Plata. En las redes sociales, las usuarias homónimas dijeron no tener nada que ver con ella. Para Gabriela, conocer su paradero y contactarla podría ser la llave que abra la puerta para esclarecer definitivamente el misterio de su identidad.
No obstante, solicita la difusión de las imágenes que guarda de cuando era chica, con el objetivo de que alguien que pueda saber algo, lo más mínimo, sobre su historia, contribuya en su búsqueda y aporte a que se produzca un final feliz.